Habitualmente hablo con un fotógrafo del mismo Bilbao en un foro que además de fotografía se habla de todo lo humano y divino, en uno de los hilos de las conversaciones nos suele, como amante de la tecnología y del ahorro, contar sus peripecias con las operadoras para conseguir mejor servicio a precios más baratos. Los precios de las conexiones que consigue, comparándolos con la nuestra, de la misma operadora, nos hace pensar que recibe una constante oferta promocional, pues por menos dinero recibe mucho más que nosotros.
Esto no hace más que reafirmar el desequilibrio que existe entre las ciudades y los pueblos pequeños, en los que las infraestructuras de telecomunicaciones se basan en las existentes durante todo el siglo XX, sin la creación de nuevas redes de otros operadores para poder competir y beneficiarnos los ciudadanos. Alguien me dirá que no les sale rentable invertir para pocos clientes, eso es cierto porque el interés de las operadoras no es dar servicio, sino ganar dinero, totalmente lógico.
Pero este desequilibrio viene añadido al que existe en otros ámbitos de la vida de los ciudadanos, como el del comercio, todos sabemos que hacer la compra en los pueblos cuesta más que en los centros comerciales o grandes cadenas de distribución, algo lógico porque un pequeño comercio no puede comprar un camión de leche para poner a sus vecinos el litro a precio de gran superficie.
Si a este axioma comercial le añadimos la diferencia en el salario medio entre las ciudades y los pueblos, tenemos para orientarnos una diferencia salarial entre Madrid y Galicia de 500€ al mes, en la primera cobran por encima de los 2.100€ de media al mes mientras que los gallegos perciben 1.600€ en cada nómina, seguro que la diferencia en las remuneraciones entre Madrid y cualquier pueblo sin necesidad de ser pequeño, es mucho más que abismal. Un trabajador de la capital del reino ganaría en ocho meses lo mismo que uno de Soria o Zamora en todo el año.
Estas diferencias son las que no se pueden permitir, inciden en la calidad de vida de los ciudadanos, en sus derechos a percibir las mismas prestaciones que el resto de vecinos del Estado, son diferencias que les impiden acceder a servicios también fundamentales como la cultura, es cierto que con menor sueldo no se puede destinar dinero tan alegremente a comprar un libro de 24€, por ejemplo, como lo haría alguien cobrando el sueldo medio nacional. También se resiente el acceso a los alimentos de más calidad, no es la primera vez que me encuentro a un obrero comiendo de latas, en lugar de una comida equilibrada, simplemente por tener que ahorrar en todo para poder sobrevivir.
El desequilibrio es más profundo que en el ámbito tecnológico, este más superficial pero que también ha pasado a ser un servicio básico, y más grave de lo que nos parece, no nos debe extrañar que la gente no quiera vivir en los pueblos, que sean raros y anecdóticos los casos en que una familia se traslada a vivir desde una ciudad a una pequeña población.
Todos tenemos un ejemplo muy claro con los ciudadanos alemanes, que en el momento de jubilarse, e incluso antes, tienen previsto disfrutar de esa época de descanso en la vida en tierras españolas porque sus altas pensiones les permiten vivir aquí con mayor comodidad que muchos de los trabajadores en activo ¿Dónde se tendrían que ir a vivir los vecinos de cualquier población de Castilla y León para estar en igualdad de condiciones que esos jubilados alemanes? ¿A un país mucho menos desarrollado o contentarse sólo con los viajes del Imserso?.
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