4.8.14

¿Dónde estabas la noche del 1 de agosto de 1990?


Hay veces que la memoria deja grabados recuerdos, por alguna razón que desconozco y que no me importa que lo haga, de una menara más especial que otros. Contaré un poco el sentido de esta entrada.

En la imagen estoy con mi amiga y querida Conchi, diré el nombre con el que la conozco desde que íbamos al instituto, aunque ella es más joven de edad y se nota. Pero el recuerdo comienza la noche del 1 al 2 de agosto de 1990, hace 24 años, en la que quedamos para tomar algo, como otras muchas veces, en un bar de la localidad.

El placer de trabajar con gente grande


Centrándome ya un poco más en la vida diaria, hago un alto en ella para recordar en voz alta, porque desde la memoria no se me olvidará, la XXIX edición del Open de Tenis Villa de El Espinar en la que he podido trabajar y convivir de nuevo con un buen puñado de profesionales, y no hablo solo de los periodistas, que también lo son los trabajadores del resto de departamentos del torneo. Pero sobre todo quiero mencionar la ayuda que tengo de Amanda, en la que deposito toda la confianza y responsabilidad de la sección de fotografía en la que trabajo para el torneo. Es cierto que todos tenemos que ir mejorando en cada edición, pero pese a ser su tercera colaboración no tengo más remedio que mencionar que es todo un placer contar con ella, pero no solo por lo profesional, porque me encanta cuando me cuenta sus cosas de los estudios, de sus aficiones, de lo que ha hecho la noche anterior cuando llegó a acostarse casi al amanecer, y de cuando se pone a canturrear en voz baja pensando que no estamos atentos pero que en realidad estamos disfrutando de esa intimidad suya. También hay que decir que se aprende de todos, no solo de la gente mayor, pues esa es otra de las cosas buenas de estar con ella estos días. Lo peor que tiene, que algo malo debe tener, es que no me hace mucho caso en algunas cosas que no son del trabajo, pasa de mi, hasta tal punto que me tocó hacerla chantaje para que se hiciese una foto conmigo. Pero como ocurre con la gente a la que tienes un cariño especial, se lo perdonas y sigues disfrutando de su compañía aunque solo sea 9 días al año. De nuevo, muchas gracias Amanda por volver a trabajar a mi lado.