10.2.13

Evolucionemos socialmente despacio


No soy dado a seguir programas del estilo reality show, pero hay uno que me gustó desde su primera edición, aunque en la última se ha vuelto un tanto chabacano. Se trata de Perdidos en la Tribu, pero en concreto quiero hablaros de un par de detalles de su vertiente más civilizada, cuando varios integrantes de las tribus visitan nuestro país, es decir, Perdidos en la Ciudad lo llaman.

En esta edición, que acaba de terminar hace pocas semanas, y en la anterior en la que también conocieron la forma de vida de los concursantes que antes convivieron con ellos durante un mes, coincidieron en un detalle tanto la tribu de los Mentawai como la de los Shiwiar al ver en nuestras ciudades gente durmiendo en la calle tapada con unos cartones para protegerse del frío. Cuando se encontraron con esa situación le llamó la atención y comentaron que no entendían cómo en una sitio con tantos edificios, lleno de casas por todos los lados donde mirasen podrían estar durmiendo la calle. Remarcaban su sorpresa apostillando que en su poblado no se admitiría esta situación, que si había alguien en la calle sin un techo para dormir, lo llevarían a su casa, nada de seguir durmiendo en la calle.

Se supone que sus tribus, según nuestros patrones de costumbres y necesidades, están a años luz de lo que nosotros llamamos una sociedad civilizada. Viendo algunos de sus rituales y comportamientos parece ser que es verdad. Pero en algo tan básico como un sitio digno donde vivir, con un techo, aunque sea de paja como en su caso, es suficiente para que la armonía en su sociedad y sus usos esté completa.

Muy al contrario, nosotros somos los incivilizados, disponiendo de una cantidad de recursos casi infinitos, seguimos manteniendo miles y miles de viviendas vacías, algunas cifras hablan de 3 millones de casas sin venderse, pero a la vez tenemos también miles de personas que viven en las calles, si se puede llamar vivir.

Como mucho, para tranquilizar nuestras conciencias, tenemos albergues donde acoger a nuestros convecinos que han tenido la desgracia o mala fortuna de perder su vivienda habitual.

El deber de todos, empezando por las administraciones en las que depositamos nuestra confianza para que resuelvan problemas sociales, es que estas personas estén atendidas en esas necesidades mínimas, que no tengan que venir, desde otros lugares y casi otras civilizaciones, a darnos ejemplo de cómo actuar y sacarnos los colores ante algo en lo que coincidimos todos en calificarlo como algo que lo estamos haciendo mal. Debemos exigir que se cumplan estos requisitos mínimos para con nuestros vecinos, porque un día podemos vernos en su lugar y nos gustaría que nos tratasen con un mínimo de dignidad, la misma que debemos solicitar ahora que estamos disfrutando de nuestra supuesta sociedad evolucionada.

En muchos aspectos de la vida es bueno asentar lo que hemos conseguido de bienestar antes de seguir avanzando hacia nuevos objetivos. Esto es fundamental sobre todo en todo lo referente a lo que se considera imprescindible de verdad, como la salud, el conocimiento y una forma de vivir mínima y mínima.