11.5.08

Como siempre, la culpa es de los demás

Escuchamos estos días tan importantes para la Iglesia, y no lo digo por ser Pentecostés, no, me refiero a que es la época de hacer la Declaración de la Renta, en la que los ciudadanos tienen la opción de marcar o no la casilla que reporta muchos euros a la iglesia católica española.

En estos días hemos escuchado, decía, las quejas de los obispos culpando de que la gente pierda la Fe por culpa de determinados medios de comunicación. He de decir, que muchos de los que ahora estamos en los años 40 de nuestra vida, es normal que no compartamos las creencias de la religión católica pero no porque seamos críticos y sigamos eso de ver para creer, sino porque nos educaron con unas normas de creencia obligatoria, en las que todo era porque lo decía la Iglesia, no había razonamiento alguno y encima, si te negabas o discutías algo, podías sufrir las iras del cura del pueblo. En el colegio, hasta los sábados por la mañana había que ir a clase de religión.

Recuerdo que en una de esas clases llegó el cura muy alterado, se había enterado que alguno del os alumnos del colegio había contado chistes sobre la Virgen María. La réplica no pudo ser más contundente ni rotunda: se lió a tortazos con los jóvenes alumnos, mientras que todos los demás teníamos pánico por la escena. Esto, hoy en día, supondría una denuncia ante las Guardia Civil por agresión de ese cura a unos niños, aunque este caso se relaciona mucho con la Educación Para la Ciudadanía, algo de lo que reniega la Iglesia española quizás añorando el sistema educativo en el que se podían hacer tropelías como la narrada con total impunidad.

Pues bien, a lo que iba. Para muchos ciudadanos de mi edad es normal que renieguen de la religión católica por la experiencia de niños con ella, pero esto no es culpa de los medios de comunicación, sino que se lo han ganado a pulso los propios curas. Si desde entonces ya había un fuerte recelo hacia lo católico, ahora es normal que no dejen que sus hijos se acerquen a esta religión, por si acaso, y sobre todo, porque la Iglesia en este país sigue anclada en la época de su amigable dictadura de Franco, y la gente ya no quiere que les sigan tomando por ovejas, prefieren ser descarriadas, pero libres para elegir sin que tengan que educarse con la máxima esa de la letra con la sangre entra.

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