Por razones demasiado evidentes, no seré yo quien diga qué tipo de reformas técnicas o en parámetros económicos tienen que realizar los bancos, eso lo tienen que hacer los expertos. Pero sí puedo proponer otro tipo de modificaciones, estas más relacionadas con la actividad comercial de atención a sus clientes como cualquier otro comercio en el que alguien entra a consumir un producto, sobre todo basada mi apreciación, en la experiencia, a ella voy.
En dos ocasiones, eso deja de ser casualidad, me he encontrado con con amigos que salían cabreados y refunfuñando de distintas cajas de ahorros, ahora agrupadas, porque no les dejaban ingresar dinero en esos momentos. En ambos casos tenían que haberlo hecho en forma y tiempo adecuada a los horarios de la entidad bancaria, no cuando el cliente podía hacerlo. Es decir, no podían pagar unos recibos que sólo se pueden abonar a determinadas horas en determinados días de la semana, obviando que la gente paga cuando puede, cuando reúne el dinero y cuando tiene tiempo para hacerlo, incluso algunas veces pidiendo permiso en su trabajo o robando tiempo a su actividad laboral como autónomo para poder satisfacer esos recibos periódicos que todos tenemos.
Nos han acostumbrado estas entidades, que parecen haberse puesto en un peldaño por encima en su exclusividad sobre todos los comercios pertenecientes a ramos distintos al suyo, a bailar a su son, sin poder ejercer nuestra actividad como clientes en un horario más acorde con las posibilidades de los impositores, como nos suelen llamar de manera técnica, alejándose así de toda relación personal, humana y amigable.
Recuerdo que antiguamente, cuando las cajas de ahorros tenían ese innegable marchamo de ser verdaderas amigas de los ciudadanos, solían trabajar por las tardes, como otro comercio cualquiera en su mismo horario comercial. En cualquier momento una tienda de una población necesitaba cambio para dar la vuelta a sus clientes, por poner un ejemplo, en un instante la caja de ahorros le facilitaba el cambio, es decir, estaba ahí para atender a sus propios usuarios. Poco a poco esto fue cambiando, para bien quizás de sus trabajadores, pero en detrimento del servicio que prestaban. Dejaron de abrir por las tardes y los sábados por la mañana, empezaron a obligar a cumplir unas normas más cómodas para ellos que para nosotros, llegaron los cajeros automáticos en los que tenías que hacer tus operaciones antes que ir a la ventanilla, deshumanizando toda relación. Es cierto que la tecnología es cómoda, pero parece ser que a un alto precio social.
También por propia experiencia he podido comprobar que ante la existencia de colas esperando a ser atendidos en una de las oficinas de la nueva Bankia, estando tres trabajadores presentes sólo uno atendía la cola, los otros estaban mirando, algo que en otros comercios distintos no consentirían, enseguida atenderían a quienes formaban la cola para que no tuviesen que esperar, por eso de atender y cuidar al cliente, que si no lo haces se van a la competencia.
Esto está ocurriendo y es lo que se debe revisar ahora que parece que quieren remodelar la banca española, seguro que los usuarios se lo agradecemos, ahora que su publicidad está encaminada a decirnos lo buenos y fiables que son en lugar de ofrecernos unas sartenes por ingresar dinero, que comiencen por la mejora en la prestación directa de sus servicios a los ciudadanos.
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