Otro año más han pasado las fiestas de este núcleo de población con este comentario, común a ediciones anteriores, que incluso esta vez ha contado con pegatinas para recordárnoslo, por si alguien no lo tenía presente. La historia nos recuerda que hace años se cambiaron desde el 25 de octubre a la fecha actual, 29 de septiembre, porque era normal que ya con el otoño bien entrado, el frío más persistente hiciera presencia, incluso que a los quintos les tocase torear con nieve en la plaza de toros de palos que se montaba por entonces. Desde ese primer cambio se vienen celebrando las fiestas en la fecha actual, pero en la celebración durante muchos años se ha sufrido también el rigor del frío y el inconveniente de la lluvia que obligaba a aplazar o suspender actos programados. Así surgió la idea de cambiar las fiestas patronales a una más benigna es aspectos climatológicos, además de ser uno de los pocos núcleos de población de gran atractivo veraniego sin fiestas en pleno verano, es decir, se añade un condicionante social y económico.
Actualmente han surgido en el seno de los propios participantes en las fiestas tres opciones bien distintas. Una es dejarlas como están, sin cambiar ni uno solo de los 9 días que duran, otra opción es la de cambiar todas las fiestas a una fecha mejor en verano, y la que quizás tome más fuerza es la de repartir los días de fiesta entre la fecha actual y otra a decidir en julio o agosto.
Todas tienen sus inconvenientes y sus ventajas, y no es fácil consensuar la decisión, seguro que todos los vecinos tienen argumentos importantes para defender cualquiera de estas propuestas u otras que puedan surgir. Se han celebrado dos referéndum con los que no se ha conseguido aclarar mucho, por su mal planteamiento o la baja participación ciudadana, pero realmente no es necesario consultar a los vecinos en una votación, sólo se necesita un decreto municipal indicando el cambio, así de sencillo es el trámite legal.
Para tomar la decisión final también hay que tener en cuenta los aspectos económicos de muchas empresas o comercios que se ven beneficiadas por la celebración de unas fiestas, por la situación económica y por la merma del trabajo en las tiendas de este núcleo de población. En verano han bajado las ventas en gran parte de ellos, siendo necesario hacer algo para poder reactivar el tejido comercial, que en otras épocas era fuente generadora de puestos de trabajo y de una actividad que suponía un gran respiro para poder vivir el resto del año. Cambiar las fiestas a una fecha veraniega propicia para atraer gente y que los comercios recuperen su actividad es casi una obligación de los responsables municipales, pero no deben de olvidar que al hacerse las fiestas a finales de septiembre es como si se alargara la temporada de verano, la más fructífera para el comercio debemos recordar. Por eso la división de los 9 días de fiestas en dos fechas parece, entre todas las propuestas, la solución más acertada, porque no se mermaría la capacidad de trabajo de muchos bares y restaurante, por ejemplo, a la vez que se daría la oportunidad de participar en las fiestas a muchas personas, niños y veraneantes, que en la actualidad no pueden hacerlo, por ser septiembre un mes en el que comienza el nuevo curso a todos los niveles o el trabajo para quienes estaban de vacaciones.
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